Acaba una larga y productiva jornada de trabajo (o de estudio), sales de la oficina (o de la biblioteca) y todavía quedan algunas horas hasta el momento de cenar, irte a descansar y cargar pilas. Seguramente estás agotado. Solo piensas en llegar a casa y no hacer nada.
Y, a veces, el cuerpo es lo que pide, y hay que hacerle caso, pero hoy vamos a ver la importancia del afterwork, ese tiempo del que disfrutamos después de trabajar en el que nos reunimos con nuestros amigos o con los compañeros para pasar un rato distendido, en el que no haya que pensar, solamente reír y charlar.
Disfrutar de este tiempo libre cuando termina nuestro día es fundamental para nuestra calidad de vida. Por eso, hoy quiero contarte algunos de los beneficios que tiene, sobre todo cuando compartimos esos momentos con compañeros de la oficina. Si nos reunimos con ellos al terminar de trabajar estamos creando dos tipos de comunicación, una formal (en el entorno laboral) y otra informal (en el bar, terraza o lugar de encuentro); y puede ser muy interesante el tipo de información que podemos obtener y dar en este entorno más informal.
Beneficios de la desconexión después del trabajo
El término afterwork no solo se refiere a pasar un rato en una terraza tomando algo. También incluye otro tipo de actividades que compartimos con nuestros compañeros de trabajo (o con amigos) al terminar nuestra jornada. Puede ser ir a un concierto, a jugar un partido de tenis, salir media hora a correr… En definitiva, de lo que se trata es de dejar tras esa puerta todas las presiones, el estrés y los agobios y disfrutar de unas horas en buena compañía.
Esta socialización, cuando se produce entre compañeros de trabajo, permite que las relaciones se fortalezcan y se eliminen posibles tensiones. Es más, hay empresas que son ellas mismas las que organizan actividades para los empleados. Pero del team building te hablaré otro día.
El principal beneficio de todo ello radica en el hecho de que nos relacionamos con nuestros compañeros de oficina en un entorno amable, divertido, distinto. Si solo estamos con ellos durante la jornada laboral no compartimos más que asuntos de trabajo, y a veces puede que tensiones, agobios y malos momentos.
Pero compartir unas risas, un paseo, un baile… consigue que la relación cambie, que aumente la confianza y que se llegue a forjar una posible amistad. Y todo ello redundará, al final, en un mejor ambiente laboral después. Que, en consecuencia, se transformará en una mayor productividad de los equipos. Todos ganan.
El hecho de estar compartiendo este tiempo después de trabajar hace que podamos conocer mejor a nuestros compañeros, su personalidad, sus aficiones, y si coinciden con las nuestras ¡bingo! Habremos encontrado a alguien con quien disfrutar de nuestros propios gustos. Mejorará la comunicación entre nosotros y, como te comentaba antes, hasta quizá podamos encontrar a algún buen amigo.
Cómo aprovechar este tiempo después de trabajar
Ya lo hemos ido adelantando a lo largo de este artículo. Existen distintas maneras de aprovechar este tiempo libre cuando terminamos de trabajar. Y esto se puede extrapolar también a tu ambiente de estudio si todavía estás en la universidad o formándote en otro ámbito, ya que de la misma manera que puedes establecer buenas relaciones con tus compañeros de trabajo puedes hacerlo con tus compañeros de clase.
En cualquier caso, las opciones son muchas. La más sencilla es la de tomar algo o cenar juntos cuando termina la jornada. Seguro que encontráis ese bar favorito, esa terraza en la que os gusta sentaros cuando hace bueno. Y no hace falta mucho más. A veces puede pasar, y es normal, que las conversaciones terminen derivando a temas de trabajo o de estudios. No pasa nada, aunque no es recomendable anclarse en eso.
Porque se puede entrar en un peligroso bucle en el que realmente no desconectes en ningún momento. Es bueno compartir las tensiones e inquietudes que tengáis, pero si observas que ese tipo de charlas son habituales intenta reconducir la conversación. Será mucho más sano para vuestra mente.
También podéis programar actividades que os gusten basadas en vuestras aficiones, como asistir a un concierto, visitar una exposición, salir a hacer una ruta fotográfica, pasear a vuestras mascotas…
Y si os gusta el deporte podéis compartir una salida a correr, la preparación de alguna prueba, una clase de zumba o simplemente una andada rápida. Además de pasarlo bien, practicar ejercicio os ayudará a aliviar más tensiones. Y cuando estéis en casa os sentiréis tan bien que habrá valido la pena haber tardado un poco más en llegar; vuestro cuerpo y sobre todo vuestra cabeza os lo van a agradecer. Hay que desconectar, hay que parar y, sobre todo, hay que reírse mucho. Y en compañía todo sabe mejor.